Voces, música, efectos y silencios. Todos estos son elementos expresivos que confluyen en el lenguaje radiofónico. La radio, sin embargo, no se reduce a mezclarlos y combinarlos. Hacer radio va mucho más allá: se trata de crear un lenguaje, un código que pueda ser compartido por los radioescuchas. Por eso, para que la radio sea realmente comunicativa, es indispensable que hable el mismo idioma que la comunidad a la que apela.
El lenguaje radiofónico debe ser dinámico, flexible y fluido. Su prioridad es la comunicación y para potenciar su poder socializador, los mensajes que se emiten tienen que ser claros y alcanzar las orejas de todos.
La radio debe ser capaz de transmitir conceptos, ideas y valores a un grupo significativo de receptores. En el ida y vuelta, estos mensajes se articulan en un espacio de interacción que pone al lenguaje en movimiento, hace circular los discursos y genera respuestas nuevas.
Las comunidades se constituyen a través del lenguaje, este es su marca de identidad por excelencia.
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