Fases de la codificación humana.
Llamaremos fases a los distintos modos de codificación que han aparecido a lo largo de la historia. El orden es cronológico y no implica que una fase tenga superioridad evolutiva con respecto a la anterior. En muchas culturas, como en la actualidad conviven todas las fases naturalmente dentro de la comunicación social.
La fase oral:
La primera forma de transmitir experiencias fue la fase oral de la comunicación: el lenguaje hablado y los códigos gestuales. Es decir, todo aquello que no dejará huellas más allá del momento de la enunciación.
En la actualidad, a pesar de las tecnologías y desarrollo de la escritura, muchas actividades siguen sostenidas en la tradición oral.
Ejemplos:
* En las historias familiares, cuando un abuelo relata la vida de sus propios abuelos, los nietos conocen sus raíces a partir de cuentos y anécdotas transmitidos oralmente.
* El uso del teléfono también ha planteado un regreso a la tradición oral, ya que muchos negocios, transacciones comerciales, invitaciones y hasta encuestas se concretan "de palabra".
* Los cantitos de una hinchada de fúbol se enseñan y transmiten en la misma tribuna, donde el "jefe" o líder canta una vez y todos repiten.
La fase mnemónica:
Algunas comunidades percibieron que, a lo largo de distintas generaciones, los recuerdos se tergiversaban, los relatos se distorsionaban y algunas noticias se perdían. Entonces, comenzaron a conservar algunos objetos que los ayudaran a recordar los hechos con mayor fidelidad.
La fase mnemónica nace, precisamente, con el objetivo de conservar el recuerdo ("mnemo" significa memoria). Estos objetos han sido siempre un apoyo a la memoria en el momento de reproducir un relato oral. Por sí mismo, cada objeto no transmite demasiada información. Ese objeto sigue necesitando de la información oral para completarse y ubicarse en un universo de sentido.
Los objetos materiales ayudaron también a jerarquizar las informaciones importantes de aquellas otras que merecían descartarse. Algunos elementos se usaban y luego se perdían. Otros, en cambio, adquirían un nuevo valor afectivo o recordatorio, por lo que eran conservados. Los objetos cambian su sentido, pasan a ser representantes de emociones, situaciones, evaluaciones y valoración de la persona que los guarda.
Más allá del recordatorio individual, existen otros objetos con los que se construyen una historia social. Son objetos de los personajes públicos, de los museos, aquellos que han pertenecido a algún famoso artista o porlítico o que han sido usados en alguna situación determinada.
Algunos signos mnemónicos han llegado a incorporar también nuevas convenciones sociales o reglas de ayuda memoria. Algunas culturas antiguas, por ejemplo, hacían nudos en una soga para recordar fechas de muerte y/ o nacimiento de personajes del grupo, acontecimientos sociales y datos importantes.
También hoy tenemos una gran cantidad de signos mnemónicos sostenidos en convenciones sociales o reglas: los souvernirs que recuerdan cumpleaños, bautismos y/ o casamientos; los trofeos de un campeonato deportivo; los premios de los concursos artísticos, etc.
Habitualmente, los signos mnemónicos pierden el sentido si no hay una persona que recree, a través de un relato, el contexto de toda situación.
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