La fase ideográfica o simbólica.
Los dibujos que imitan la realidad tienen un límite: la imposibilidad de transmitir sensaciones, pensamientos, reflexiones acerca de esos hechos. ¿Cómo dejar registro de la filosofía, la religión y los razonamientos de una cultura? A través de otros dibujos o signos, que se llaman
ideográficos, precisamente, porque grafican ideas.
No hay nada en este signo que copie la realidad. Simplemente existió un código por el cual se relacionaban todas las ideas y los sentimientos de la historia.
Los signos más conocidos de estas características son los jeroglíficos egipcios. Pero muchas otras comunidades también lo utilizaron. Por ejemplo, los Sellos Mayas.
A través de un dibujo los Mayas reflejaban un conjunto de ideas, una forma determinada de enfrentar la vida (optimismo, desilusión, abatimiento), una concepción del tiempo, del cosmos, del poder en la sociedad.
Los signos ideográficos son los signos más amplios y abarcativos que ha construido el ser humano. Dentro de un solo ideograma puede incluirse la misión de un niño que acaba de nacer, su estado de salud actual y su oráculo, las flores que le son afines y la posibilidad de desarrollo durante la vida.
Tal vez por ese poder abarcativo y amplio sean tan difíciles de entender en su total dimensión. Requieren un estudio especializado de los códigos que le dieron su origen.
También los utilizamos actualmente, como los escudos y las banderas, que pretenden agrupar distintas ideas acerca de la institución el país al que representan. También se ven en algunos codigos específicos, como las señales de tránsito, la escritura musical, los logos de las distintas marcas o empresas.
La fase alfabética
En la medida en que los signos ideográficos requerían mayor especificidad, se hizo necesario segmentar los signos. Los signos alfabéticos son unidades minímas e indivisibles. Una letra no significa nada por sí misma, pero combinada con otros signos puede proyectarse hasta llegar a describir lo no visto, nombrar lo inabarcable, decir lo imaginado, describir pormenorizando sensaciones, pensamientos, actitudes y refexiones.
La incorporación de la escritura alfabética se adjudica a los sumerios, entre los años 5000 y 4000 a.C, que habitaron entro los ríos Tigris y Éufrates, en la Mesopotamia asiática.
Algunos consideraran a la escritura alfanumérica como la primera tecnología de la comunicación, porque el alfabeto no es un simple gráfico o visualizador de los sonidos del lenguaje hablado, sino que logra una posibilidad de abstracción aún no superada por otros códigos. Se trata de la primera abstracción visual del pensamiento.
La fase alfabética incluye además los números y sus distintas denominaciones, por lo que debería llamarse precisamente fase alfanumérica.
Los números han sido más fáciles de interpretar en algunos casos. Los mismos mayas, cuyos signos ideográficos nos resultarían incomprensibles sin la explicación de los arqueólogos, tenían un sistema de numeración más comprensible a nuestros conocimientos:
* 1, ** 2, ___ 5
La fijación de los sonidos en imágenes cambió la representación de la realidad. Así lo describe el teórico Marshall Mc Luhan, que sostiene que cada cambio en la forma de comunicación y en sus lenguajes altera nuestra percepción del mundo y la lógica con la que los humanos podemos pensar sobre este mundo.
Hay algunos signos muy difíciles de clasificar según las etapas de codificación, porque concentran en sí mismos todas las etapas. Por ejemplo, pensemos en el dinero:
1) Si lo tomamos como el objeto capaz de tener en sí un sentido, un valor recordatorio, podemos consideralo un signo mnemónico, ya que poseer un billete o moneda recuerda la capacidad económica de su poseedor para adquirir cosas.
2) Las reglas para ultilizar el dinero deben ser explicadas por tradición oral. Cuando una sociedad cambia la denominación o numeración de la moneda, llama la atención la resistencia de alguna gente mayor a nombrar al dinero con los nuevos códigos.
3) Cada billete o moneda tiene una referencia pictórica o icónica a héroes, gobernantes, hechos o monumentos históricos.
4) Por el otro lado, el alto grado de convención social que requiere el uso del dinero lo convierte en ideográfico. Si no creyéramos en esa convención social no intercambiaríamos bienes tangibles a cambio de un papelito. Lo hacemos porque sabemos que los otros miembros de la sociedad reconocerán en ese papel un valor similar.
5) Sin la numeración el valor de los billetes sería imposible de ordenar. Por lo tanto, se trata de un signo alfanumérico.